Pero centrémonos en las pasarelas, y más exactamente en la que ha organizado Rick Owens para presentar una colección en un escenario donde unas llamas de fuego han sabido cautivar al público.
Un espectáculo iniciado con una primera modelo que lucía un vestido gris con drapeados superpuestos. Pero es el peinado que acaba en velo y enmascara con transparencias la cara lo que ha permitido al público meterse dentro de este desfile y su escenificación que daba unas vibraciones como apocalípticas.
Los colores que tiñeron las prendas de esta colección fueron el negro; los tono tierra anaranjados (como un marrón rojizo) que intentó pasar como un melocotón suave; grises oscuros y claros.
De una manera u otra, en piel o con materiales más ligeros, todas las modelos llevaban la cara a medio tapar. Un efecto que, junto a las antorchas encendidas y la seriedad de las modelo, daban al desfile ese aire de estar representando la apocalipsis sobre la pasarela.
Los materiales que se han podido contemplar son todo ellos nobles y lujosos: pieles, sedas, mohair. Chaquetas de cuero como si fuesen perfectos. Largos abrigos en lana y mohair. Pantalones de estilo cosacos en colores negros y grises. Vestidos largos de lana. Estos son ejemplos de prendas que dan sensación de libertad y ligereza, prendas que sí dan ganas de llevar este próximo invierno.
Una colección sobria en conjunto y muy elegante. Una colección cuya espera ha valido la pena, tanto por las prendas como por la puesta en escena.
La curiosidad del desfile: una modelo que casi se cae. Una modelo que luciendo uno de los largos vestidos, junto con unas botas muy altas, ha sabido mantenerse en vertical pese a esos movimientos que parecían que acabarían en el suelo.
Y Rick Owens se despide con el fuego en las antorchas bien llameante de fondo.
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